El saco de Guandú y la economía Venezolana


El saco de Guandú y la economía Venezolana.

En días pasados, un trabajador en Ciudad de Panamá, me pregunto ¿si era cierto que el sueldo mínimo en Venezuela es de 5 USD/mes?, era tal su duda y desconfianza, de lo que le decían algunos venezolanos que el conocía, que optó por preguntar y pedir una aclaratoria.
¿Como explicarle a una persona que vive en un país con una economía estable?, que su sueldo mínimo está por el orden de los 740 USD/mes, que no conoce de economía, y de temas como, control de cambio, dólar DICOM, dólar DIPRO, Dólar BITCOIN.
¿Como explicarle, que en Venezuela se vive una economía irreal y de como unos productos tienen un precio regulado, accesibles, pero escasos o de productos de primera necesidad equivalentes a un salario mínimo mensual?

Ante el interés de esta persona, en entender lo que le habían dicho, no se me ocurrió otra cosa que responderle  en dos contextos, el primero fue hacer un escenario dentro de lo que el conoce, de su realidad y luego tratar de transportar esa idea a la realidad venezolana, la cual, para cualquier ciudadano del mundo de hoy, sería una fantasía o sacada de las lecturas, de las hiperinflaciones de países como Argentina o Brasil hace varias décadas o más recientemente Zimbabwe, que un versado en economía puede entender, pero, que no es precisamente el caso de las mayorías.

Comencé diciéndole, que se imaginara viviendo en una zona rural de Panamá, donde el fuese un agricultor de Guandú, una leguminosa muy apetecible en el país y similar al quinchoncho Venezolano, que imaginara cosechar un quintal de Guandú (equivalente a 45 kilos), que imaginara haciendo trueque con ese Guandú, o sea, cambiando un kilo de Guandú por un kilo de arroz, otro kilo por un kilo de papa, otro kilo por maíz, por pollo de corral, y así sucesivamente. Le hice ver que en esa zona rural sin otros gastos en los que incurrir seguramente ese quintal le rendiría para alimentarse por un mes sin mayores problemas, desde luego es un escenario irreal.
Luego, le inferí imaginar, qué con ese mismo saco de Guandú, viajara a la gran ciudad y vendiera ese quintal, al precio de mercado, o sea al equivalente de 3 USD/kilo, para un total aproximado de 135 USD y luego comenzase a comprar los alimentos, pagar renta y servicios, propios de las urbes, con toda seguridad no podría vivir ni una semana.

Eso le pasa justamente al venezolano promedio, que gana, en un escenario de economía irreal, el equivalente a un saco de guandú, que mientras puede hacer el trueque, puede obtener los alimentos básicos, pero cuando no los hay en el mercado, que es la mayoría de las veces, tiene que comprarlos a precios de mercado real, y por lo tanto el valor de su producto, o sea su salario, es infinitamente menor a dicho mercado real.
El tema ha trascendido a tal magnitud, que el principal abastecedor de alimentos, es el mismo estado a través de unas cajas de comida que se denominan CLAP. En un contexto  de extrema pobreza, definitivamente, abastecer a ese sector de la población tiene una relevancia extrema, sin embargo, cuando se extrapola el control y suministro de alimentos a la población en general, con el registro masivo de beneficiarios y con precios infinitamente menores al mercado real, se crean mecanismos paralelos, que son nefastos, incluso para el mismo sector para el cual fueron creados, uno de estos mecanismos, que se ha institucionalizado en forma masiva son los llamados bachaqueros, que son las mismas personas de las barriadas, que teniendo acceso en forma preferencial, por algunas de las vías ilegales, a los alimentos con precios controlados, los revenden varias veces su precio, ayudando así a la espiral inflacionaria.

Luego de esto, me atreví a decirle que había varios tipos de cambio de la moneda, que fluctuaban desde 10 Bs/USD, hasta 3.000 Bs/USD, oficiales, pero que el común de los ciudadanos o empresas productoras de bienes, no tenían acceso, y como consecuencia, de la necesidad de acceder a los dólares, para poder importar los bienes que no se producen en el país, se forja la venta clandestina de dólares, que han llegado a cotizarse a razón de 97.000 Bs/USD, lo que significa que si el salario mínimo promedio en Venezuela es de 456.507 Bs., o sea, equivalente a 4,71 USD.
Tristemente le aseveré, que los comentarios eran totalmente ciertos, que un Venezolano promedio, no gana ni siquiera el equivalente a un saco de Guandú al mes, e incluso ni siquiera los 5 USD que le habían comentado.

Que difícil es explicar a los ciudadanos del mundo la grave crisis por la cual está atravesando uno de los países con la mayor reserva petrolera del mundo, que otrora sirviera de hospedaje a muchos desplazados del mundo entero, desde los europeos después de la segunda guerra mundial, la guerra civil española, hasta los desplazados de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y muchos otros países.
Que difícil es explicar, como una de las economías más prósperas de Latinoamérica, qué en sus mejores momentos, como siempre me acota un buen amigo, aterrizaba el Concorde, en la ruta de Paris a Caracas, siendo junto a Río de Janeiro y Ciudad de México, las únicas ciudades de América Latina en aterrizar aquel coloso supersónico de la aviación civil mundial, reservada a unos pocos.

Que difícil es explicar porque los anaqueles de los supermercados están vacíos, porque un billete de la más alta denominación es equivalente a 1 USD, porque la gente más joven, con la mejor preparación universitaria se está fugando del país, dispuesta a hacer cualquier tipo de trabajo en el extranjero, ganando sueldos incluso inferiores a los mínimos en los diferentes países, por el hecho de escapar de la inseguridad en su país, alimentarse mejor, enviar a sus familiares, unos pocos dólares que se convierten a muchos Bolívares.
Por todo lo anterior, le decía al amigo que me hizo la pregunta; cuando veas a un venezolano, escucha su historia, que seguramente te ayudará mas a repeler a quienes vienen con promesas mesiánicas y a creer en tu propio esfuerzo y ser mejor ciudadano, para en conjunto construir un mejor país y que nunca caiga tan bajo, como lo hizo la patria de Bolívar.

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